Desde la Antigüedad, el hombre debió enfrentarse al problema del mal aliento. ¿Cuál es la causa y cómo se puede remediar? En primer lugar, conviene acordarse de que el olor del aliento varía durante el día. El aliento es a menudo fétido o agrio en la mañana al despertar. Durante la noche la secreción de saliva disminuye y la acción de saneamiento de la lengua, mejillas y labios (que ocurre en la deglución y la conversación) cesa casi completamente. El mal olor del aliento en la mañana puede ser acentuado por una enfermedad crónica e incluso por el hábito de respirar por la boca.

Se tiene rara vez conciencia del olor de su propio aliento, ya que el aire que se espira sale por la parte inferior de las fosas nasales, mientras que los nervios olfativos se sitúan en la parte superior. Para saber si el olor de su aliento es malo, es necesario espirar en las palmas de las manos puestas delante de la boca y la nariz y aspirarlo por la nariz.

La publicidad de los fabricantes de productos farmacéuticos destinados a combatir el mal aliento da la falsa impresión de que éste se debe solamente a una mala higiene de la boca. Cuidado, no siempre es así. La revista americana Todays Health declaró que esta publicidad sensibilizó a tal punto a numerosos adolescentes al problema del mal aliento, que ¡ellos consideran el mal aliento como una afección más temible que la lepra o la sífilis!

Es cierto que el mal aliento es un síntoma más bien que una enfermedad. El mal aliento puede proceder del estado de la boca, la garganta, las vías digestivas y respiratorias, o del estado general. Una mala higiene oral es indiscutiblemente una de las causas del mal aliento. Un dentista con quince años de experiencia declaró que un error corriente consiste en creer que basta con cepillarse los dientes al levantarse y al acostarse para garantizar una buena higiene de la boca. Este dentista añadió que las personas que se limpian la boca solamente en la mañana y en la noche tienen los dientes sucios durante unas dieciséis horas al día. Sólo los tienen limpios durante la noche.

El empleo regular del cepillo de dientes eléctrico y del irrigador dental después de las comidas es indispensable para una buena higiene de la boca, ya que las partículas alimentarias que permanecen en la boca son una de las principales causas del mal aliento. Estas partículas comienzan a descomponerse menos de una media hora después de comer, causando así un mal olor, un mal aliento.

Numerosos adolescentes tal vez no piensan que el cepillo de dientes desempeña un papel tan importante. Es lo que señalan Theodore Berland y el Dr. Alfred Seyler en su obra ''Los dientes de sus niños'' (ingl.). Citamos:

Muchos [jóvenes] intentan desesperadamente combatir el mal aliento usando gomas de mascar, chupando caramelos y enjuagándose la boca con un enjuague bucal. En realidad, el cepillo de dientes despreciado sigue siendo el instrumento más eficaz. (...) Las caries solas probablemente no son una causa importante de mal aliento. Son los detritos de comida que se colocan en las caries y los espacios interdentales que causan un olor desagradable.

La manera más eficaz de quitar de su boca estas partículas consiste en cepillarse los dientes después de las comidas usando un cepillo de dientes eléctrico y un irrigador dental. Si se come algo antes de meterse a la cama, es necesario limpiarse enseguida los dientes a fondo con un cepillo de dientes o un irrigador dental para una limpieza interdental en profundidad. Durante el sueño los movimientos de la boca son muy leves y las bacterias que actúan sobre los detritos alimentarios son especialmente activas.

El empleo de la seda dental o del irrigador dental es otro medio de quitar de los espacios interdentales los pequeños pedazos de carne y otras sustancias. Según el Dr. Robert Barkley, que pronunció un discurso en la Universidad del Estado de Michigan, ''dejar entender que el solo cepillado con un cepillo de dientes basta, es la gran superchería de la odontología americana''. Esta autoridad en la materia opina que una buena higiene de la boca exige la utilización a la vez del cepillo de dientes y de la seda dental o, más rápido, de un irrigador (chorro dental de tipo Broxo o Waterpik) para limpiar entre los dientes.